Sin categoría

Adeus tristeza

Frente a las costas lejanas,
una paz envuelta en brisa nos saluda,
nos abruma, nos exige continuar,
el arrullo de sirena fracasa en impedirlo.

Y cuando se llega a la orilla,
no hay dios que nos abrigue,
hay sal, mente, y espíritu,
y cientos, miles de horas por avanzar.

Para luego tumbarse al sol,
sólo hace falta creerse libre,
difuminarse de la piel su nombre,
el nombre de la mujer que no dice adiós.

Estándar

Deja un comentario